Marca: De raymond bellour (autor)
Brigadoon, esa pequeña aldea en las altas tierras escocesas imaginada por Vicente Minnelli, despierta y vive un día cada cien años. Es el precio del hechizo que preserva su armonía de fábula, a salvo del terror del mundo. Brigadoon no está en el tiempo ni en los mapas. Jacques Tourneur filmó una noche del demonio hacia la que conduce el jirón de un pergamino, que se pasa de un elegido a otro, como a un anillo envenenado. Anuncia un final en forma de luz metafísica en el bosque, que avanza a la velocidad de un tren. Raymond Bellour escribe el cine para recordarlo. Se hace arqueólogo. O porque lo asedia y se anuda en su interior. Se hace exorcista. De Robert Wise a Ritwik Ghatak, de Rossellini a Philippe Grandrieux, de John Ford a Chamtal Akerman, de Ingmar Bergman a Gus Van Sant, del rostro inmóvil de William Gish atravesado por minúsculas olas sensibles al rostro de Cary Grant como ojo del montaje y ser una memoria imposible, entre la percepción alucinada de la imagen que adviene y el recuerdo definitivamente incierto que la fija, que el ancla a nuestra vida como un fósil, radioactivo y estremecedor.
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