Marca: Editorial verbum
El amor -asegura Luis García Montero- es un territorio importantísimo para la poesía, porque uno de los caminos más fértiles de la poesía del siglo XX ha sido la toma de conciencia de que la emancipación y la libertad pasan también por una transformación de la vida cotidiana. El amor, más que cerrar los ojos, los abre al mundo y a la reflexión de la realidad”. El problema es que hay mucha gente que muere sin saber lo que es. “Quien lo probó, lo sabe”, apostilla el autor de Completamente viernes, convencido de que, a pesar de los vaivenes de la vida pública y las crisis continuas de la sociedad contemporánea, “la ética de la felicidad es una manera de estar en el mundo”. Si detrás del mar no está la tierra sino el olvido, si detrás del monte que amanece no está la ciudad dormida, si no está el azul, sino el mundo encerrado en una cárcel, puede parecer que no hay salida, no hay luz, no hay esperanza. Sin embargo, el amor puede darle la vuelta al panorama, como por arte de magia, como esclarece el final del poema “Geografías”: “Detrás de mí/ no están las caracolas./ Detrás del mar no está la tierra,/ sino el amor donde se escucha el mar”.
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